
Me llenó de mucha alegría el recibir una carta, desde Costa Rica, de un amigo muy querido (Javier Ramírez), en la cual venía algo que jamás me imaginé, lo que me llenó de nostalgia. En el segundo sobre de una misiva compuesta por dos sobres, había un ejemplar de la última edición impresa de El Informador de Escazú. Las emociones y los recuerdos se atropellaron en mi mente y cuerpo hasta dejar escapar un par de lágrimas de alegría, me remito a contar porqué.
Tal vez yo sea, de entre los viejos amigos de Marco Roldán (director de El Informador), uno de los pocos que podemos dar fe de lo que él cuenta en sus primeras letras de El sueño de un joven estudiante y de cómo nació esta publicación.
Definitivamente “El Voltúm” fue el papá de lo que hoy es El Informador de Escazú, y solo para que conozcan un poquito más de lo que corría y se formaba en la mente de aquel niño, Marco no solo había creado aquel periódico de juguete, sino que su casa toda por dentro era todo un país llamado Carbón, el cual tenía su capital de nombre Fuego, con sus provincias Leña 1, Leña 2, Leña 3, Leña 4... y otras cosas más que ahora no recuerdo y todo esto suena un poco chiflado pero era solo un juego de niños con mucha imaginación, lo que demuestra la inventiva que se formaba en esa mente de chiquillo.
Pero eso no es todo, ese país tenía un galán o protagonista el cual era yo; según Marco yo debía tener un nombre de acuerdo a ese país y entonces fui rebautizado con el nombre de Avico Tei, que suena un poquito a ruso o checo o algo así y para cerrar con broche de oro este galán debía tener una enamorada, la cual era una prima de Marco y amor platónico mío, a la que rebautizó también con el nombre de Tifina Folki (que imaginación, dirán ustedes).
Esos son solo algunos de los buenos recuerdos que aún se mantienen indelebles en mi mente y la memoria no borra con el paso de los años.
Cuando me di cuenta que El Informador tenía su página de Internet, no pude contener el deseo de contar esto, ya que me siento parte del periódico en sus primeras etapas y es que por casualidad del destino hasta como reportero del periódico, si mal no recuerdo se llamaba “El Cantón” (que publicó solo una edición, un año antes de El Informador).
Y es que siendo apenas un adolescente, se me encomendó la tarea de hacer un reportaje del secuestro de Tetsuji Kosuga, quien fuera el presidente de la National (firma japonesa de electrodomésticos) que en ese entonces tenía la sede al costado suroeste de La Sabana, y que causó mucho asombro en la población nacional y escazuceña, ya que parte de la persecución de los secuestradores se desarrolló por el camino que comunica Escazú con Alajuelita y parte de Bello Horizonte hasta la Hulera Costarricense.
No se si Marco conserva todavía algún ejemplar de esos, pero fue algo que quedó marcado en la retina de mis ojos, así como algunos otros reportes que hiciera para esa única edición de “El Cantón”.
Marco es, sin lugar a dudas, un triunfador de gran imaginación y digno de mi admiración y estima, nos criamos juntos, ya que mi casa estaba al lado de la suya y disfrutamos de nuestra niñez a montones. Todavía me acuerdo de las funciones de títeres que él y su papá, don Mario, nos regalaba a los chiquillos del barrio en el corredor de su casa.
Marco, las gracias son infinitas y que las bendiciones sigan cayendo en abundancia junto a su hermano Mario con quien también compartí otro tipo de aventuras ya en la adolescencia: fotografías y la filmación de algunas películas caseras como “La muerte ronda el maizal” y “Alberto, un joven alcohólico” (Mario, ya hablé con Steven Spielberg para hacer las versiones en inglés) son algunas de ellas, como también ir a coger café a los cafetales de Juanico Ramírez y otras andanzas más.
Aarón Gómez,
conocido en el mundo artístico de Marco y Mario como Arinko
Broward, Florida, USA.
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