9 de septiembre de 2008

Director de mi escuela a los 12 años

Dedicado a mi nieta Emma*

Lic. Víctor Fernández Castillo**

Celebramos el Día del Niño. ¿A quien no le traen grandes recuerdos este día? Me voy a permitir compartirles algo de los míos. 9 de setiembre de 1960, estábamos en sexto grado de nuestra querida Escuela Presbítero Yanuario Quesada, en San Rafael de Escazú, nuestro bello pueblo que el progreso se llevó, nada que ver con el Kilómetro de Oro de hoy y todo lo que lo rodea.

En primer lugar un recuerdo a los compañeros de la lista: Arguedas Mora Gerardo, Castro Yock Guillemo (Chino), Fernández Castillo Víctor Miguel —¡ah! este soy yo todavía…—, Fernández Flores Hugo Enrique (Hormiga… por el papá con todo respeto), Flores Alvarado José Rafael (Jorafa, mi cercano compa que me ayudó a reconstruirla), Flores Badilla José Guillermo (Memi), Granados Sandí Jorge, Granados Sandí José Antonio, Hernández Herrera Juan Rafael, Saborío Zúñiga Gerardo y las cinco compañeras: Carballo Hidalgo Elba, Flores Rojas Marta, Mora Sánchez Lilliam, Morales Flores Luz Marina, Sibaja Chacón Emilia. Bueno, a Dios gracias todos han dicho: ¡Presente!

Donde sea que se encuentren, creo que la mayoría en Escazú, reciban un abrazo cariñoso. De la mayor parte de ellos no volví a saber nada, salvo Jorafa, siempre cercano, que me acompañó en la secundaria en el Dobles Segreda y Luz Marina algunos años y a Memi que me lo encontré trabajando, ambos en la UCR. Y junto a ellos, no puedo dejar de incluir un recuerdo para nuestro maestro de sexto grado don Carlos Alberto Herrera Murillo, herediano de pura cepa, sobrino de Mario Murillo, aquella gloria del Club Sport Herediano en nuestro tiempo, años después excelente Secretario General de la Asociación Nacional de Educadores (ANDE) y desde luego recordar a nuestro director Don Víctor Manuel González Flores, un caballero educador a carta cabal, que hasta me ayudó con los cuadernos para ir a primer año del colegio.

Así que ya estamos situados en aquel día memorable, hace 48 años, ¡que montón! En la víspera, todo el sexto grado fue citado a la dirección y en aquellos tiempos eso hacía temblar las canillas. ¡Mañana es el Día del Niño y ustedes van a mandar en la escuela, cada uno va a tener un grado a cargo… y usted, Víctor, será el director! ¡Santo cielo… yo! En mis adentros pensaba, ¿porque a mí, Dios mío, el más tímido del aula? Mis compañeros me felicitaron y don Carlos nos dio las instrucciones.

En la casa, di la noticia a mi madre, quien inmediatamente se dedicó a prepararme la mejor ropa. Esa noche creo que no dormí pensando que sería director de la escuela por un día. Por la mañana, muy bañadito, con camisa blanca, corbata y jacket azul, quien sabe quien me hizo el nudo, seguro don Carlos. Hicimos el acto cívico, yo leí mi discurso, que incluía decirle sobre todo a los más chiquillos que debían comportarse correctamente y respetar a mis compañeros que ese día eran sus maestros, cantamos desde luego primero el Himno Nacional, ingreso el pabellón nacional —que por si alguien no lo sabe es una bandera con escudo al lado izquierdo— se dijeron algunas poesías y dramatizaciones y cada uno para su aula; yo me senté en la silla del director, que se perdió a tomar café con las maestras en el comedor, la escuela era nuestra responsabilidad.

Después del rato de clase, muy aprovechada, vino el “chingue” (bueno así decimos ahora), a jugar “quedó” brincándose la verja que tenía la escuela, todos los juegos tradicionales que se puedan imaginar, sin faltar desde luego las mejengas entre todos los grados, en la cancha de fútbol al frente, la que por cierto pertenece a la escuela todavía si eso no ha cambiado, no me alargo mucho pues sería de nunca acabar, que gran día.

Y de cierre, pues había que comer, el patronato escolar y la junta de educación se esmeraron y gastaron su platilla, hasta queque, helados y buenos refrescos nos dieron, y conste que por aquellos años para muchos que nos regalaran un fresco de botella, ojalá una Orange Crush u Old Colony era todo un deleite que había que disfrutar, pues no muy frecuentemente pasaban por nuestras manos. Y así pasó el Día del Niño, cuando fui director de mi escuela. Un saludo a todos los chiquillos en su día.

Escuela Yanuario Quesada Madriz, 1940.


* Emma Fernández Quesada, nuestra nieta de 7 meses.

** Miembro del Colegio de Periodistas de Costa Rica y del Consejo Directivo de la Organización Católica Latinoamericana y Caribeña de Comunicación (OCLACC)
Presidente de la Asociación Costarricense de Comunicadores Católicos (ACCC)

Foto del autor en 1960, tomada por Antonio Marín (Toño Taco, q.d.D.g.), conocido fotógrafo de antaño que recorría todo Escazú.

1 comentario:

Jose Rafael Flores Alvarado dijo...

Buen articulo Victor, recordando nuestros tiempos de niños, alla en nuestra querida escuela Yanuario Quesada.

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